El estilo vintage recurre a muebles, adornos y detalles arquitectónicos de otras épocas, que se diferencia de un clásico elegante porque se mezcla con piezas modernas y simples, generando una sensación de nostalgia y romanticismo. El color de base es el blanco o crudo, combinados con tonos pastel: azules grisáceos, verdes, rosados apagados. Para componer un ambiente con esta impronta, hay ciertos elementos que no pueden faltar:
Habitaciones: colores pastel en las paredes, molduras y cielorrasos en blanco. Los estampados de flores son los protagonistas absolutos y se aplican en cortinas, alfombras y todo tipo de textiles. Para espacios de guardado, mobiliario de líneas curvas, cajas y baúles desgastados. Para completar la escena: antiguas fotografías, cartas de puño y letra, postales, laminas de ilustraciones de pájaros o flores, espejos grandes, todo esto dentro de marcos de distintas formas, tamaños y acabados.
Baños: si los cerámicos son blancos, jugar con cielorrasos de color pastel. Cortinas con volados, puntillas o apliques. En estantes a la vista, toallas bordadas, frascos de perfume antiguos, velas y jabones perfumados. En la pared, un importante espejo con un marco elaborado y láminas con motivos florales para aportar más color.
Living: colores claros en las paredes para que los elementos de decoración sean los protagonistas. Grandes muebles de madera, patinados o decapados, exhiben piezas heredadas o adquiridas en mercados de pulgas, como radios, tocadiscos, teléfonos, ventiladores. Vitrinas para exhibir vajilla de porcelana y otros objetos con historia.
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